Con la experiencia nos vamos volviendo más exigentes con algunas cosas y muy permisivas con otras. Mi hermana me ha hecho ver que la felicidad radica en rebajar tus expectativas, que perseguir constantemente la perfección solo te lleva a la frustración, porque no hay nada perfecto en esta vida.
Cuando he puesto en práctica esta sabia máxima, me he dado cuenta de que soy capaz de experimentar auténtica felicidad con cosas que vistas desde fuera pueden parecer ridículas, pero que a mí me arrancan el mejor de los sentimientos.
- Conseguir hacer el salto de la rana con un canto liso en el mar (en la RAE viene como “cabrillas”). No lo hacía desde que era una niña entre una enorme pandilla de niños. Repetir la hazaña con mis 50 me hizo saltar doble, como la piedra. ¡Ojo! acabo de aprender que eso tiene un nombre científico y es… tachááán: EPOSTRACISMO. ¡Ahí es ná!
- Que un puerco espín adolescente me dé un abrazo sincero y sin pinchar. Que no me pida dinero y me mire a los ojos al terminar, consigue arrancarme lágrimas de felicidad máxima.
- Ver atardecer. No sé qué tienen esos colores que me hacen sentir plena.
- Pasear por la playa en temporada baja. Mojando los pies en el agua helada y sin cruzarte con un alma. Con el ruido del romper de las olas llenándote los oídos.
- Reír a carcajadas.
- Una reunión familiar sin broncas.
- Un libro que me enganche hasta no dejarme dormir.
- Que mi perra me dedique una muestra de cariño sin que la chantajee con comida.
- Ver la película Grandes Esperanzas. O Peter Pan en su versión Disney más antigua de dibujos animados.
Espero seguir siendo tan facilona. Es el mejor camino.
Mar
Las cosas que me hacen feliz a mí son igual de bobas y ¡gratis en su mayoría!

La verdad es que podría, alargarme mucho más, pero tampoco es cuestión de escribir el Quijote, pero pienso que cuántas más cosas simples te llenen, más fácil lo tienes para ser feliz.
Lou
Una respuesta a «Cosas estúpidas que me hacen ridículamente feliz»
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